La Paz... desde Oruro
Cuando niño, La Paz era la ciudad a la
que se debía viajar para realizar algún trámite en la sede de gobierno, visitar
especialmente a algún pariente no muy cercano, adquirir un repuesto para algún
artefacto electrónico o vehicular, o también para efectuar alguna revisión y/o
tratamiento médico que no era posible hacer en la ciudad donde yo vivía.
Allá era y es una ciudad pequeña, no
parte del eje central del país, aunque si hace algunas décadas atrás ejercitó
el poder económico y por poco el poder político del país, puesto que no
faltaron las voces para trasladar los poderes del Estado.
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Construcciones malabaristas |
Me acuerdo de una navidad en la que los
papás nos trajeron a los hermanos a recorrer las tiendas del comercio paceño,
puesto que desde esta ciudad se difundía la moda o las novedades, tanto en la
actividad formalmente establecida como en la que se nutría del contrabando.
También me acuerdo de campeonatos de
tenis, de los que participábamos entusiastamente, mismos que reunían a
representantes de los nueve departamentos patrios. Actividades deportivas que permitían conocer
amigos de oriente y occidente en torno a la práctica del “deporte blanco”.
Igualmente tengo recuerdos, y además
los vuelvo a vivir muy seguido…. Del clima impredecible de La Paz, lo que te
obliga a estar preparado para todo, frío vespertino, templado en la mañana, sol
que derrite al medio día y por la tarde, y nuevamente baja temperatura en la
noche, sumado a que puede suceder viento, lluvia, o una nevada, para minutos
después dar paso al astro rey en pleno.
Un par de lustros suman el tiempo en
el que vivo en La Paz, ciudad muy cercana a la de donde procedo, pero que no
olvido, puesto que allá radican mis orígenes, antepasados y primeros pasos. Es en esta ciudad en la que vivo – a estas
alturas de la vida – más tiempo que en la que me vio nacer, dónde estudié y
ejerzo mi profesión. Además es la ciudad
que me ha brindado muchas amistades, muchas oportunidades, muchas posibilidades
y sobre todo mucho acogimiento.
Me acuerdo del primer día de clases en
la universidad, cuál primero en las épocas escolares, con similar nerviosismo
ante un nuevo y desconocido panorama; nuevos lugares, nuevas personas, nuevos
compañeros, nuevos profesores, nueva forma de vida.
Transcurridos los años académicos, y
obtenida la licenciatura, empezó la vida profesional, de la cual han pasado
veinte años, vivido tiempo de conocimientos, lecciones aprendidas, cargos
recorridos, y principalmente conocido personas.
Personas de diferentes áreas del municipio, con distintas preocupaciones,
necesidades o requerimientos, mismos que deben atender para una vida mejor
propia y de sus familias.
Seguramente mi historia no es la
primera, como tampoco será la última con estos matices, ya que la hoyada
gentilmente recibe día a día a personas que proviene de diferentes lugares.
Ciudad acogedora al inmigrante, que
sin condición ni mucho menos brinda los brazos abiertos a la gente, para que
habiten en ella y juntos labren un porvenir mejor para paceños y no paceños.
Así es La Paz!!!
Crisol de la nacionalidad, dónde se
funden esperanzas, ambiciones, añoranzas, ideales, sueños y almas sin
distinción.
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